En estos meses de gran actividad ciclónica se han podido observar importantes episodios de varamientos de aves en el litoral. El presente año parece estar siendo especialmente virulento para las aves marinas. Recientemente, en inspecciones en la costa coordinadas por SEO/BirdLife han llegado a contabilizar 4,6 aves muertas por kilómetro de playa, un dato bastante espectacular, tras recorrer 52 kilómetros de playas del Cantábrico durante una jornada de contabilización de aves muertas por voluntarios. De los ejemplares encontrados muertos, el 75% correspondían a la especie arao común (Uria aalge), seguido del frailecillo atlántico (Fratercula arctica) con un 13% de los individuos.

Un aumento de la mortalidad de adultos debida a condiciones ambientales es bastante raro en aves marinas.
Un aumento de la mortalidad de adultos debida a condiciones ambientales es bastante raro en aves marinas. En la ausencia de cualquier patología obvia, la mortalidad masiva de adultos se atribuye generalmente a la inanición. Sin embargo, la causa de esta inanición podría ser ya sea la ausencia de presas o la inaccesibilidad de presas debido al mal tiempo (Durant et al., 2005).

Algunos ejemplos. En 1983, 30.000 alcas aparecieron en la costa del Mar del Norte a raíz de una serie de tormentas (Harris y Wanless, 1984). En el Golfo de Alaska un gran número de araos comunes fueron encontrados muertos en 1993, al parecer por haber muerto de hambre causado por la falta de disponibilidad de alimento en alta mar (Piatt y Van Pelt, 1997). En el sureste del Mar de Bering, cientos de miles de pardelas de Tasmania murieron en 1997, un fenómeno muy probablemente debido a los cambios climáticos a largo plazo (Baduini et al., 2001). Estas consecuencias podrían o bien ser el mal tiempo que ha obstaculizado la alimentación, o condiciones oceanográficas anómalas que producen un cambio en la distribución y abundancia de presas (Harris y Wanless, 1996; Piatt y Van Pelt, 1997), como en el caso del gran número de cadáveres de aves marinas que se encontraron a lo largo de la costa central de California entre 1980-1986 ocurrido durante los años de un intenso fenómeno de El Niño (Bodkin y Jameson, 1991).

Precisamente paseando por la playa de Aguete encontré la semana pasada un frailecillo y un alca, ambos sin anillar, muertos y en un estado de descomposición muy poco avanzado.
Saludos